Hoy presentamos el trabajo del fotógrafo húngaro Robert Capa. Cofundador -junto a Cartier Bresson en 1947- de la agencia fotográfica MAGNUM, misma organización a la que perteneció el chileno Sergio Larraín. Referente obligado del fotoperiodismo y la fotografía de guerra, arriesgó su vida registrando diversos enfrentamentos bélicos como la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Sino-Japonesa, el conflico Árabe-Israelí, la Segunda Guerra Mundial, y la Primera Guerra de Indochina. Su mujer y colega, Gerda Taro, muere en 1937, fotografiando junto a Capa la Batalla de Brunete, durante la Guerra Civil Española.

Al documentar y difundir mediante sus imágenes las distintas facetas de la guerra, Capa pudo ampliar el espectro de espectadores, y poner frente a sus ojos las realidades de este tipo de conflictos. Mediante su trabajo, Robert Capa replantea el rol del fotógrafo (y no sólo de guerra), al dejar de ser un fotógrafo meramente observante, testigo e imparcial; para definirse como un fotógrafo comprometido, con una clara postura frente a las situaciones en las que estuvo involucrado. De hecho, él y Gerda Taro viajan a España empatizando con la causa Republicana. Al respecto, no es menor que su hermano comente que “sus armas eran sus cámaras”.

Resultan impresionantes sus fotografías. No sólo por la dimensión de lo retratado, sino que también acusan su dimensión humana. Basta ver las fotografías del desembarco aliado en Normandía para comprobarlo: las imágenes movidas revelan la adrenalina, la crudeza y el pánico de los horrores de la guerra.

Capa muere el 25 de Mayo en Vietnam en 1954 -durante la Primera Guerra de Indochina- al pisar una mina antipersonal. Paradójicamente, Capa mencionaba acerca de la fotografía: “Si tus fotografías no son lo suficientemente buenas, es porque no estás lo suficientemente cerca”.