Hoy en nuestros miércoles de fotografía tenemos el agrado de compartirles el trabajo del alemán Andreas Gursky . Si de fotografía contemporánea se trata, Gursky es un antecedente obligatorio -y vaya qué antecedente.
Gursky tuvo el privilegio de estudiar con Bernd y Hilla Becher -considerados precursores de lo que se conoce como la segunda generación de la Nueva Objetividad en fotografía- en la Academia de Arte de Düsseldorf durante la década de los 80.
Sus imágenes se caracterizan por retratar -a gran escala y con mucho detalle- edificios y paisajes; como también no-lugares, como supermercados y oficinas. Destaca el sentido de la proporción entre construcciones, objetos y situaciones con el cuerpo humano, el cual a pesar de no figurar físicamente, se hace presente a través de su interacción con el entorno. En ocasiones se señala respecto a su trabajo que se trata de una visión “fría y deshumanizada”, incluso minimal. Sin embargo, las fotografías de Gursky pueden leerse como un comentario acerca de las costumbres del hombre contemporáneo: de lo llamativas, interesantes o absurdas que pueden ser las conductas gregarias del ser humano. Gracias a la distancia con la que frecuentemente toma sus fotografías, lo fotografiado (el referente) se transforma en texturas y configuraciones bidimensionales que hablan de la paradoja de la vida en conjunto y del espacio (o la falta de él) entre los hombres.
Es interesante establecer una comparación entre el trabajo del húngaro Robert Capa -el fotógrafo que se acercaba demasiado, que murió pisando una mina antipersonal durante su trabajo en la Primera Guerra de Indochina- con la actitud fotográfica de Gursky, quien se aleja y compone grandes panorámicas.
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